5/20/2006

Encuentros que se prestan para

Recién las modernas máquinas del metro se tragaron mi caro boleto de líneas amarillas.

Doy un par de pasos, ordenando el vuelto, alzo la vista y veo a una compañera sonriente, ella siempre bonita y acogedora.

Antes, unos 20 minutos, estaba en la escalera típica de Grajales con mi hermano y un viejo y querido amigo. Ambos se encaminaron a temas académicos, uno a clases y el otro a reunión de pauta.

Sólo, escucho el nuevo disco de los Red Hot Chili Peppers (que el día anterior había bajado), asumiendo que no quedaba nada más que dirigirme a mi hogar. Yo, obvio por esos días, quería hacer algo.

Vuelvo a ese momento en que tras guardar las monedas, abro los ojos irritados y veo a mi morena compañera.

Ella me saludó y alegre regaló una sonrisa, yo saludé, pero alegre no pensé en sacarme los audífonos y le hice señas de “ocupado”.

Ella entendió, luego de un segundo dubitativa siguió el paso con otros compañeros que estaban metros antes, compañeros que sé que son compañeros, pero que no me sé ni el nombre, o sea, meros desconocidos.

En la bajada y espera del tren la pierdo de vista, pero al subirme la veo nuevamente parada, un poco hacia la izquierda, con los otros rodeándola.

Los desconocidos compañeros se bajaron todos en Tobalaba y ella quedó sola, como es de suponer, algo entendió mal y se sentó más allá, alejándose.

Yo seguí escuchando mi música lamentando la situación, ya estaba un poco más tranquilo y ella estaba sola, mientras pensaba que no la había “rechazado” de mala onda, sólo por la circunstancia, una cosa de compañía, que para mi la ideal del momento era la música y ella estaba con gente, así que no había problema.

Salí, buscándola, para explicarle mis raciocinios y que no se malentendiera, pero no fue posible, no la vi más.

Es molesta esa situación, irrelevante, pero no pude sacarla de mi mente.

No me gusta que pase eso, encuentros positivos me terminan mostrando como el enemigo, encuentros fortuitos que por incomunicaciones se tergiversan.

5/11/2006

...Es?

Hay una frase peculiar que cualquier persona común viene escuchando desde pequeño.
Esta frase ha sido ocupada en innumerables películas o comerciales, ya sean gringas o locales, pero lo más interesante y por ende rescatable de ella, es su valor práctico, en la rutina del día a día.

La frase de la que hablo es: “la vida es una pasarela”.

Yo, viendo detalles inexistente y con una intolerancia insospechada, dejé de lado el mensaje durante varios años, principalmente en el paso de niño a púber y de ahí a adolescente. Pero el tiempo pasa y la tajante intolerancia se vuelve tolerante sin pedir el permiso respectivo, después, no sólo tolerante sino que los juicios se abren a clasificaciones positivas.

En mi estadía universitaria en el famosos Barrio Universitario he visto pasar a mi lado todo tipo de mujeres y, cuando digo todo tipo, no es para nada una exageración.

Altas, flacas, gordas, bajas, voluptuosas, con muchas curvas y algunas sin, estilos punky, hippies, electrónicas o rockeras.

Y ahí se demuestra y se confirma que la vida, en sí misma, es una verdadera pasarela.

Incluso si uno hace una analogía algo más a fondo, puede ver mujeres que hoy pueden ser modelos, pero otras que perfectamente podrían haber sido modelos en los años 20’, siendo los estándares contrapuestos.

Así, la frase tiene un sentido real, fácil de comprobar, sólo basta con ir a República u otra barrio similar, sentarse en alguna de las bancas que hay en su extensión y mirar el variado paisaje que se expondrá a nuestra mirada, ¡Sí!  -dirán-, es una pasarela.

5/03/2006

Unitario rebajado?

Iba camino al subsuelo, descendiendo unas escaleras que bajo prácticamente todos los días, hasta llegar a un punto muy conocido, quizá de memoria.

Dentro de él hay algo, colores verdes y amarillos, y allí, al frente y claro, (en verdad no tanto, todavía son mis días de ceguedad) vi un letrero que me causó una incomprensible duda, aunque para nada inaudita.

Perdonen los que tienen pase escolar porque para ellos sería ridículo plantearse la cuestión, pero piensen en un detalle, un detalle que traspasa el boleto en sí.

El unitario consta de dos períodos en el día, uno que si no me equivoco es de 6 p.m. a 7:30 p.m. y el de la mañana, que es de 7 a.m. a 8:30 a.m. (parece, porque la verdad es que no ando mucho en la mañana y ahora no me acuerdo, traté de buscar esos datos específicos por internet, pero mi flojo interés no dio resultados, así que….).

El punto no tiene nada que ver con la exactitud de los horarios, acá, el asunto central, es que el boleto unitario rebajado es el que funciona el resto de las horas.

¿Que sucede con esto?

El boleto, que por nombre debería ser el normal, el corriente, es en realidad el boleto caro y el boleto caro ¿Qué pasa?...no existe.

¿Se dan cuenta, no sólo de la contradicción que existe en esos términos, si no en el poder de persuasión que hay detrás de esto?

Es increíble, pero parece ser que para las autoridades del metro no hay horario alto, no hay una hora alta y en consecuencia más cara. Solo hay un período (que es la mayoría del día) que es más barato.

¿Que sucede con eso?

Pues bien, el mensaje es que el metro te hace un favor o algo semejante, colocando una tarifa menor durante la mayor parte del día, cuando lo objetivo y sin discusión al respecto, es que hay un lapso de tiempo que es más transitado y que por ende requiere supuestamente más atención y que, por nuevo ende, es más caro.

Pero no, malditos los que están arriba que viven pensando en que la gente no piensa, o mmm, yo suelo creer que la masa no piensa o una parte de ella, pero, ¿y nosotros, los que pensamos?...estafadores, en gringolandia te demandan por esto y uno gana millones, acá no nos queda nada más que expresar nuestra perceptiva situación por medios como este.