12/23/2016

Una escapada es una puerta

Le dije que lo escribiría y me gusta cumplir lo que digo. En especial, cuando las palabras se unen solas en una página en blanco.

La salida fue caótica. Hace meses pensaba ir a ayudar a mi buen amigo quien se construía su casa a pulso. Necesitaba además salir de la ciudad y respirar otro aire, más viento, brisa y oleaje.

A ella la conocía poco. Más que nada unas dos largas jornada de conversación, risas graciosas y espontaneas. Afinidad.

Y es que eso último es para mí lo principal cuando uno conoce a una persona. Estoy seguro que nuestros cuerpos influyen de forma directa en la apreciación que hacemos de los que conocemos. Es como un conocimiento instintivo del ser humano y me imagino tendrá que ver con estados salvajes y un primer filtro ante el peligro.

Me cuesta que ellas me llamen la atención. Las veo triviales, en mundos idealizados que no existen y con actitudes que más parecen telenovelas que realidad. Entonces cuando aparece una distinta, de inmediato se prende una alarma. 

No me pasaba hace años. Hasta ahora, ya hay bastante que no me pasaba hace años.

Ella expuso las señales con su sonrisa fácil, con su voluntad y disposición, con su paciencia y tolerancia. Con una personalidad única, infantil, creativa, lúdica y con humor. 

Muchos creen que yo soy inmaduro porque justamente proclamo y defiendo esa forma de vida; recordando siempre ese espíritu de niño, la jovialidad, la simpleza de la belleza en detalles que comúnmente pasan desapercibidos.

Respondió con todo eso y más. Una noche, acostado, no podía conciliar el sueño. Apenas la conocía, apenas la había visto, pero su voz resonaba como un eco profundo en la habitación. Ahí supe que algo pasaba, algo ya anormal para mi costumbre crítica, independiente y rebelde.

No hubo mucho tiempo para definiciones. Las cosas fluyeron con naturalidad como debe ser cuando en verdad es. Ella aceptó sin excusas. Y la sometía a pruebas a cada segundo; dejándola sola con terceros o en la calle, apurándola, llevándola a locales de baja monta y caminando largas distancias. Me fascinan las pruebas, es una manera bastante válida de obtener grados certeros de compatibilidad.

Caminó sin quejas y tuvimos silencios sin lamentos. Al llegar, fuera de mis problemas que se acarreaban desde mi estrés y mis emociones, desde esa entrada al restaurante de un amigo el paseo avanzó como solo sucede cuando la historia es la correcta.

Alojamos gratis donde este amigo que sin reparos ni protocolos nos recibió. Tuvimos esas conversas nocturnas con las que me deleito. Luego esos toques románticos que la piel codifica y transmite al cerebro. A esa altura yo confundido y con miedos, superando inseguridades y viejos recuerdos.

Claramente a ella le pasaba similar y creo que eso fue un fuerte nudo en un inicio espontáneo inesperado. Pero es que como negarse a una mujer que va a la playa y corre y grita y dibuja en la arena. Que tiene la piel más suave que he tocado. Que disfruta los sabores mientras chorrea aceite. Que me deja manosear sus pies, un fetiche que casi olvido. Que goza con el contacto de la naturaleza y de los animales. Que lleva gafas de abuelita con soberbia dignidad. Que balbucea con ternura en las noches. Que pega sus labios a los tuyos como si ambos pegamento tuvieran. Que tiene tan mal despertar que la hace real. Que te sorprende minuto a minuto porque ella no quiere aparentar nada, no le interesa. Ella es y para mí, no existe nada más valioso que la autenticidad.

Fueron tan sincrónicos esos días que arriba del bus de vuelta me comenta que no se quiere ir. En mi imaginario siempre había dibujado una mujer que pudiera cambiar sus planes sin complicaciones. Ni siquiera fui yo –ahora me siento más moldeado que ella- quien tuvo la iniciativa. Pero la seguí. Sin importar consecuencias ni resultados.

Esos días los vivimos juntos momento a momento. Sin etiquetarnos. Los vivimos como una aventura improvisada, de esas que si las organizas salen mal, porque el origen no está en la programación, si no en la utopía de la alegría soñadora.


Y es que hoy tras un par de días a la distancia ya siento una nostalgia amorosa. Gracias a la vida que me ha dado tanto decía Mercedes y es que sabiamente tenía mucha razón.

12/13/2016

Esa voz

No me gustan muchas, pero cuando dedicas minutos de tu vida, de un día, de este día a recordarla es porque pasa algo. Extraño, olvidado. Es esa voz.


Tiene un tono de voz que me evoca ternura inmediata. Es fresca e infantil, salta y se ríe.


Tengo un audio suyo. Un tesoro que deseo escuchar. Es que esa voz.


Fue esa voz que corrió a recoger damascos del árbol cuando faltó.


Una naturalidad sencilla. Una espontaneidad simple. Esa voz que imita, que juega. Esa voz que te observa y esos ojos honestos que te escuchan. Esa voz, suena cuan melodía en mi interior. Y se repite. La siento, la toco, me recorre y produce. Esa voz.

A su lado la diversión fue fácil. Ella navega en el contexto. Con esa voz. Esa voz disonante tan sonante. Esa voz me confunde. Me hace preguntas que responde ella. Linda, auténtica, única. Esa voz.


Como hermoso susurro me canta en la mañana. Un anclaje de imaginativa serenidad me posee. Esa voz de intimidad. Esa voz me gusta. Esa voz.

12/12/2016

Es como un rol que asumen

Si mi memoria no me falla ya había escrito sobre esto, si no, de todas formas hago mención nuevamente al peor gremio o grupo de personas protagonistas de la selva de cemento.
Yo no manejo mucho, no tengo auto ni me interesa uno, sin embargo, me impresiona como nos vemos afectados los otros -el entorno- por una actitud, una idiosincrasia generada por una tropa de histéricos.

Son los conductores -humano al volante-, esos que adonde pasan y por cualquier cosa tocan la bocina como si fuera un derecho patrio porque para ellos la culpa siempre es del otro. Además te suelen meter la nariz de sus autos con prepotencia, la impaciencia se nota en las calles con aceleración y curvas bruscas y la actitud agresiva es pan diario que se le ve en los gestos y en la mirada.

Los conductores son tremendamente inconscientes, no importa si sea el cuico o el flaite o el clase media o la etiqueta que pongas para el estudio sociológico. Al menos acá en Chile se creen con un poder inexistente de pasar a llevar al de al lado, esto sumado a la contaminación acústica y el estrés social que producen los transforma en agentes destructivos de la calma y la armonía, 2 cualidades carentes en nuestra sociedad.

Son también, en general, frescos y aprovechadores, se estacionan donde no deben, se toman un estacionamiento agresivamente aún cuando alguien estaba esperando desde antes -a muchos les importa un rábano si es una embarazada o un abuelo centenario- y como no, no respetan -o no del todo- la ley de tránsito. A mi en lo personal me molesta en especial el tema de las luces en la carretera.


Después cuando llegan a casa, se bajan del auto, juran a la vida que son personas normales como si su estela de estupidez fuera efímera, pero no lo es. Es como un rol que asumen, uno bien idiota, de que hay que ser así en las calles porque acá en Chile más encima el que es más calmado, con más cultura, más tranquilo, es un huevón. En cambio, el que responde al rol del conductor es audaz y jura que la está haciendo de lujo.