3/23/2010

Clan abundante


Estaba un poco inseguro. Quizá un tanto confuso. La vida es compleja y contradictoria. Se hace difícil de entender. Y este año 2010 ha sido una tragedia completa. Malas noticias se han repetido una tras otra.
El día anterior salí de la playa tras una noche de rock y risas, directo a mi ex cole. La Negra había muerto. Una estimada tía Rapa Nui que dejé de ver con los años, pero con la que estuve harto en su momento. Como esos afectos que quedan congelados en un permanente stand by. No se cultivan, no se degradan tampoco, sólo están ahí, hasta fallecer.
A la mañana siguiente era la celebración del cumpleaños número ochenta de mi abuelita.
De ahí la confusión, ¿Cómo celebrar ante la pérdida? ¿Cómo gozar la alegría con un manto de tristeza en nuestras espaldas?
La respuesta fue muchísimo más fácil de lo que yo imaginé y, para mayor claridad, instantánea.
Como dije me subí al auto en un estado de tontera, dislocado. Al entrar a la casa de mi tío Andrés, genero de inmediato y con intención una polémica, una emocional crítica, dura ante la apoteósica presentación del evento. Las piezas no me calzaban. Hay veces que la mente limita nuestras percepciones.
Pero la tarde continuó. Primero con un ceviche de picoteo que disfruté sorprendido. Luego la foto familiar tradicional, con la carrera del Pipe y Carola coche en mano por llegar, la caída de la galera en la cual me vi afectado, pero no el más perjudicado, o la entrada del dueño de casa mamón que quería salir junto a su señora y atraviesa la barra con paso firme y sin tapujos.
A continuación leyó la carta mi madre, padre y hermano. Un mensaje que contiene toda la fuerza de espíritu y esa transparencia sentimental que como gran mujer ella patenta día a día.
Después a las mesas, todo impecable, muy fino, en apariencia, porque si algo NO tenemos es finura. Yo siempre lo he dicho; los Ferretti somos el estereotipo de los burgueses exitosos a la italiana que prefieren pegarte por tu bien, en vez de hacerse los ingenuos y no actuar, diciendo de todo y hasta lo que ninguno desea escuchar. En sus sillas, todos lo integrantes, menores y mayores, ordenados para una convivencia global y desinteresada.
Sin dar respiro salió Claudio Escobar, la voz de oro de Chile como lo presentó el Yeye. Un tipo pasado de copas en su trayectoria, vestido de negro completo, ingenuo en su imaginación que un cumpleaños de ochentas podría convertirse en una algarabía y una fiesta de esas magnitudes, pero no fue suficiente, ya que le siguió el turno a un gracioso clon de Juan Gabriel que según dicen se enamoró de mi.
Antes, hubo un mensaje y un minuto de silencio por nuestra compañera ida y por nuestros compañeros que partían a la isla a hacerle frente a la muerte. Un minuto solemne, respetado, necesario y unificador.
Pero, de nuevo, sin dar tiempo de asimilar el intenso momento nos hacen pasar al living y ver una presentación que la Jesu realizó junto a la Sofía -dicen-. Momento culminante, con lágrimas en los ojos el Pusy y Pato demostraban que de amor no nos quedamos. Los aplausos decían lo mismo de la pasión. Las risas aportaban lo suyo en representación del humor y el show con zapateo incluido de la Pancha fue la confirmación que la vejez es un tema más de actitud que físico.
Para la memoria quedará toda esa tarde, en su totalidad; el humor ya mencionado incansable e ilimitado de la Pancha, el frenesí de Chompy, sus gritos, tallas infinitas y bailes con cuanta dama encontrara entre sus saltos, el koala de la Tía Alicia, el ánimo de la Cucha, la presentación de la Jesu, la caída de Andrés y sus consecuencias, Pitu y Benja en un baile sensual y tantos otros. Es la armonía de aquel llanto puro, triste en felicidad que se respiraba sin pedirle permiso a nadie en ese jardín de Pirque que ya tanto nos ha acompañado en incontables ocasiones.
Como aquella carta, éste es un tributo a todos, a la increíble familia, a la potente matrona y nuestro amado Tata, a los espectaculares anfitriones, a los joviales tíos y cariñosos primos (presentes y ausentes).
Que mejor clan; uno de abundancia, sin caretas, sí diferencias, y con el amor como escudo común.

No es una figura, es una idea

Ella sobresale de una manera compleja. No es la rubia estilizada que entra en la habitación y haces de luces se posan en sus facciones y en su caminar. No, es distinto. Ella, es diferente. Su andar es sencillo e infantil. No sabe que vendrá, pero si que el paso lo dará. No así su mirada. Traviesa, inquieta. Siempre dispuesta con un halo de misterio y de pensamientos internos navegantes no comunicados. Con ingenuidad se deja admirar y en el intertanto ella observa y entiende la atención recibida. La desea. Sus labios la acompañan casi sin quererlo. Nadie les preguntó. Son de aquellos que con la imaginación se tocan. Son de esos en los que cada relieve potencia la sensualidad que parte con su color natural, más intenso, más vivo. Se toca y masajea pequeñas arrugas labiales. Son de curvas definidas con un perímetro exquisito, únicos.
Tiene actitud. Como dije no es la que entra y los flashes se posan en ella, es la que entra y desapercibida llega al rincón y como un trofeo se consolida. Va más allá. Derriba los estándares. Bota barreras. Es idealista. Una buscadora de su camino y ése debe ser –sin claridad lo afirmo- su mayor atractivo.
Ella se toca. A momentos. Rosan sus dedos su piel. Sus yemas en sus poros. Siente, se atiende. No lleva accesorios que desorienten. La vista fija en su cuerpo. No es una figura, es una idea. El color del sabor. El sabor máximo. En cada detalle. Imágenes. Como posa su mano floja sobre su estómago mientras disfruta recostada tranquila. No es el clavel clishé, es la flor maravillosa que todos quieren en su jardín. Ver, oler.
Ella canta. Con todo el afrodisíaco que conlleva una fémina de potencia vocal. Es como si la virtud le quedara chica. Ella es más que su hermoso cantar. Su voz escapa de control. Cuando lo hace agita sus manos y se ve la intención en sus movimientos. Su vista perdida y concentrada que hace como si no importara pero que sabe.
Ella, definitivo, sabe. Gira las piernas una sobre otra lentamente. Sin insinuar. Sin mostrar. El más coqueto de los comportamientos. Exponer su belleza en la casualidad.
Y por naturaleza ella antepone lo que es por sobre lo que se ve…de esas quedan pocas.

Tributo al 1er marido de la LD


Llegó desde un colegio bilingue que poco tenía que ver con el comportamiento bruto de un colegio tradicional de puros hombres, o mejor dicho, dejémoslo en masculino.
Al inicio no era más que un morenito alto, conflictivo, más cuico y elegante que el más de todo el colegio y de carácter pesado, digamos que principalmente difícil. Sobretodo en aquellas pichangas de recreo en las que aún sin saber ningún nombre era capaz de gritar y tratar de jugar. Aclaro tratar, porque aquellos días de novato en el colegio me imagino sus pobres canillas y dolores musculares varios. Habían matones que golpeaban en una búsqueda de control que hoy por hoy nadie entiende y más parece ridícula. Por inercia, deduzco que su semana número uno deber haber sido dura. Pero la verdad es que este tipo tiene algo en su carisma. Maneja las relaciones de una manera impecable que yo en lo personal anhelo y juega con el humor con una capacidad y fuerza que en confianza impacta por su potencia.
Recuerdo que a los pocos días de comienzos de clases de aquel séptimo dedo hizo su aparición en majestuosidad en el entretiempo de las 10. Estábamos sentados a orillas del maicillo que actuaba de cancha. Deduzco que yo no fui el primero en conocerlo ya que no entendía que diantres hacía ese arrogante entre nosotros. Pero sin chicas, el tipo demostró con creces su valía y desparramó en el suelo mi infundado prejuicio.
Mi memoria me cuenta que con un despartajo inusual Coké contó, a una barra escéptica, pero ansiosa de risas, el famoso chiste del pan que habla. Fue tal el impacto de su presentación que de un día para otro se ganó la amistad y el compañerismo del grupo más rebelde del curso, team que posteriormente se transformaría en la LD en la que yo, a modo personal, siempre lo vi como el mayor líder. Y válgame mamacita que fue positivo en su momento.
Pero no nos adelantemos que antes de media este abogado era un pendejo con todas su letras. Muy desafiante e inescrupuloso para atacar a cualquiera y burlarse de quien estuviera a su lado.
Sin embargo, memoro una vez que estábamos en su departamento y no encontramos que comer. Estábamos en aquel mismo séptimo y yo era un niñito mimado que lejos de manejarme en la cocina sabía más de despelotes sin autonomía. Pero él no, con una voluntad cariñosa preparó unos tallara que no digamos que eran maravillosos, pero si salvadores. Vivía en un departamento pequeño en Felix de Amesti, dejando en pleno juego al misterio como era posible que viviendo ahí con padres separados pudiera ser tan llamativamente refinado. Y a pesar de aquella característica que nunca cayó bien en la masa, el compadre era independiente como pocos y decidido como ninguno.
Nos veo caminando junto a otros libertarios dependientes camino a acusar a uno de los matones que con frenesí y fuerza desmedida le había enterrado un fierro en la parte posterior de la cabeza. O, eso fue cuando el matón Rigs le aforró su buen cornete en la nariz?. Confundo los recuerdos, pero ese no es el punto. Era mi amigo ya, pero se lo tenía bastante merecido. Como mencioné antes, Coké fue un pendejo hasta calculemos los quince años, cuando de un minuto y sin aviso dejó aquel escalón y se transformó por mucho tiempo en el más evolucionado de los monos.
Con su profundo criterio que arraigó desde esa época, yo mantengo en mi memoria varias y extensas conversaciones que nos pegábamos. Yo, en ese paralelo, era harto más infantil que mi amigo, pero tenía una capacidad de conversación -que mantengo- que nadie me podía igualar o sostener, quizá por aburrimiento, quizá por esa necesidad de movimiento que uno tiene a esa edad.
Además está vigente su impresionante closet. No éramos más que unos niños, pero mientras la mayoría poseíamos un par de pantalones y un puñado de poleras, este moreno antiguamente travieso tenía alrededor de un 800% más ropa que el que más. Era extraordinario ir a su casa y a propósito no llevar recambio porque en una de esas salías con boleto ganador y prenda nueva para la casa. Tampoco era un derroche, ni que fuera un abuso de muchos. Sí era en cierta medida un exceso de confianza de unos pocos, pero él, siempre gentil y generoso no dudaba -ni duda hoy- en compartir todo cuanto tiene al alcance.
Aquí menciono sólo para aflorar su virtud altruista y solidario. Más de una vez hicimos asados en los que nos quedamos cortos de presupuesto o no faltó al que le faltaban unos pesos para algo y fueron donados sin esperar reciprocidad por un sonriente Coké.
Varios paseos hicimos aquellos años y no la pienso mucho para afirmar de una que todos eran bajo su organización. Nadie tenía capacidad organizativa real, porque a los que entienden todo esto, el querido Ulloa que nunca fue un organizador, era más bien un gestor de relaciones que nos posibilitaba, casi sin faltas, la invaluable presencia de mujeres en nuestros eventos varios.
Fue también el gran gestor de nuestra comunidad. Y fue ahí mismo donde consolidó sus aptitudes de líder -ahora positivo- y nos coordinaba y motivaba a varios que no éramos muy proclives a ello, refiérase a la acción social de varias formas; desde repartir café con pancitos a mendigos en barrios marginales, hasta llevarles almuerzo y prepararlo junto a los integrantes de una comunidad. Sinceramente, yo admiraba eso. Parecía como si por naturaleza él fuera bondadoso y caricativo, siendo características que he ido desarrollando, pero que me cuestan atención y cierto esfuerzo.
No hablaré de relaciones pasadas ni esos detalles que sólo los íntimos sabían y conocían. No, no corresponde. Tampoco de conflictos intrascendentes poco afortunados.
Lo que si merece espacio es el contar el enorme aprecio, ése que sólo se forma con los años, ése que sólo se consigue por medio de lazos afines.
Y no sólo esas buenas palabras de honesta amistad, sino el deseo de una bienaventuranza en este nuevo camino. En este trayecto nuevo para nuestros pares. Una dirección que trasciende nuestros importantes pasados para vislumbrar el futuro de una pareja que a todo momento me cayó simpática. Ambición de una felicidad que no es una meta, sino éste recorrido que con empuje y coraje mi querido amigo comienza, para orgullo de todo su entorno.
Para que decir de los padres, que te reciben como a un hijo a pesar de mucho. Que abren sus puertas con gráfico amor verdadero. Dicen, me han contado, que de tal palo astillo y eso, en este caso, se confirma con plenitud.
Un beso y un abrazo para aquél; nuestro primer marido en la extinta LD.

De que se trata?


Son casi cinco para las cinco.

Un miércoles. Hubo carrete. De hecho, un cumpleaños. Puta que me reí. Gocé. Lloré de la risa y el estómago se quejó con la central por tanta explosión.

(Me acabo de acordar de algo muy excitante, pero no para contar. Sorry. )

Es bueno disfrutar de esos buenos momentos distendidos. El problema es que uno quiere más. La única ambición del callejero y se encuentra como yo hoy escribiendo a la 5 de la mañana de un miércoles cualquiera de la vida eterna.

Pa’ mi no es tan arbitrario…creo.

No sé, pero ahora que vengo “de visita” a Santiago igual los hechos, circunstancias, eventos que suceden me parecen más especiales, más peculiares.
Me acuerdo que siempre decía….y mientras escribía me olvidé (…A veces pasa).
Así es este cuento. Sigue siendo entretenido. ¿Es esa la gracia?

…Y menos mal…me acordé.

Hablaba antes que yo tenía la idea de comentar, o patentar, la creencia de que todo era un tablero y que en consecuencia la vida misma lo era.
A las mujeres siempre les ha encantado. Es muy estúpido, pero el juego con la arbietrariedad simplemente por decirlo les causa una extraña corriente que yo creo que recorre sus cuerpos en el instante mismo de la eterna victimaria mueca de apuros en sorpresa. Era más fácil decir bla bla. Más corto. No difieren. Yo me entiendo. Hoy por mí, es suficiente.

Algo cambia, no alcanza.

No sé que digo. Muchos no.
Negatividad, parece que es el inconsciente imperante. La verdad me perdí. Me vivo perdiendo y eso es bastante entretenido. Eso es lo bueno de esto. Es literalmente puro escribir o escribir fantasmas. Es posible que no me lleve a nada de nada. Hasta firmo por eso. Igual. Tengo al lado mío un chocolate Hersheys blanco Cookies and Cream. Puta el elemento del deseo cuaticamente rico. Se pasó. Cada bocado casi…

Algo raro está pasando en mi pc. Escribo y cuando aprieto la barra espaciadora me borra todo lo anterior. Así, no me deja expresar.

Gusanos.

Miserables.

Y me cansé. Pero me sigue una energía y ahora si que no sé que hacer. Muy tarde para ver una película. Muy tarde para todo. Resumiendo todo esto, parece que ahora vengo a entender que estoy o puedo estar un poco cansado.

Condicional.

Sin aceptar.
Una cabeza, nada líneal.
Que haya registro que si hubo jugo, no fue en vano.