7/27/2015

El tema del confort



Si, está bien, sé que Confort es sólo una marca y que de lo que hablaré se llama en realidad papel higiénico, pero uno se acostumbra y no es extraño que los latinos llamemos a ciertos productos por el nombre de la marca que los introdujo, como Gillete para nombrar una hoja de afeitar.

Hablaré del papel higiénico porque me parece una de esas pequeñas cosas que podemos hacer en nuestra rutina diaria para ahorrar recursos tanto ambientales como económicos sin esfuerzo.

Cuando era pequeño me acuerdo que tomaba el rollo y le daba vueltas y vueltas. Al final, el conjunto de lo que  tenía en la mano parecía más un pañuelo que papel y por supuesto que atoraba al inodoro con frecuencia.

Con el tiempo, vi como otros hacían mismo uso. Y fue viendo a los otros –sí, las reglas y consejos de mamá también ayudaron- que me di cuenta del gasto innecesario que ese sistema producía.

La verdad es que este tipo de papel gasta pulpa de árboles vírgenes. Cada persona usa aproximadamente 4 kilos al año –los suecos 15 kgrs.- , produciendo un gasto masivo, más aun considerando que aún no se implementa transversalmente algún sistema ecológico de reciclaje y elaboración.

Además es caro. Su precio unitario puede alcanzar los $800, pensando que se acaba rápido y que cada baño debe estar provisto de uno, no es un tema menor. Pero no sólo eso, sino que lo más importante es que es muy fácil reducir su consumo al mínimo.


El ser humano es una especie de costumbres. Uno puede acostumbrar su cuerpo a defecar a diario a la misma hora o bajo la misma rutina. Por ejemplo, yo me levanto, voy al baño, hago mis necesidades y a la ducha. A varios comensales les he escucha técnicas similares.
Los árboles no debieran ser los responsables de limpiarte el traste, más bien es el agua la limpiadora corporal oficial.

4/14/2015

La Economía del Cariño

Estaba yo haciendo un curso de marketing digital en Foxize cuando en una conferencia grabada desde España le escuché a Mar Abad, emprendedora fundadora de Yorokobu un concepto del que estoy en completo acuerdo, pero que con el que por el contrario varias veces he recibido contraposiciones.

Ella habla de las condiciones y cómo empezó  destacando como un pilar fundamental en el proceso la ayuda de familiares o amigos para tener acceso a servicios profesionales que sumando producen un alto costo.

Ella define estas ayudas como la Economía del Cariño. Si tienes un amigo fotógrafo te puede hacer las fotos o un amigo que edite te puede ayudar con los textos. Fácil y simple.

Yo, en lo personal, cuando estaba iniciando una empresa y hasta hoy me inquieta mucho que solicitas ayudas que necesito para mi emprendimiento en materias como diseño y recuerdo una constante respuesta opuesta a mis intereses.

Esto es, amigos profesionales que no estaban dispuestos a sacrificar un poco de su tiempo en ayudar y eventualmente cooperar con un emprendimiento de un amigo. Los argumentos se repetían: “debes valorar tu trabajo y cobrar por él”.

Muchas veces, buscando más opiniones pregunté a compañeros laborales, o personas con más experiencia o recorrido y casi todos replicaban lo mismo: “no trabajo gratis, ni a un amigo”.

Una falta de solidaridad que me impresiona en un país de pymes. En un círculo tanto laboral como de amigos de emprendedores y sin embargo, prestar ayuda parece ser en el inconsciente colectivo una acción no recomendable.

Me parece una absoluta contradicción de principios y nula empatía laboral en un contexto que, para la gran mayoría es espacio común: partir con limitados y escasos recursos, tanto económicos como de conocimiento.

Esto me lleva a otro concepto diferenciador de la idiosincrasia de los chilenos. Somos tremendamente generosos, pero para nada solidarios. Esta diferenciación no es menor. Un país que ante tragedias tiene una ciudadanía comprometida que responde, pero que en el día a día todos pujan, olvidando consecuencias, por lo suyo, su espacio, sus utilidades.


Otra más de una sociedad educada y desarrollada en base al frío sistema capitalista. En el que utilidad y egoísmo parecen ser sus términos identificadores.