Desde hace
varios años que yo produzco mucho ruido comunicacional por Chile y sus condiciones.
Mis críticas disparan para distintos lados, sin embargo, en lo profundo, en una
arista emocional y personal, por tanto única e incuestionable, lo que más
molesta –hasta producir rabia- y afecta,
– cuando viene de gente con influencia en mi- es que en este país sucede una
extraña sinergia; es como si todos de alguna manera andan diciéndole al de al
lado como lo debe hacer.
La idiosincrasia
chilena, resultado tanto de nuestra historia como de nuestra geografía, ha
generado un sistema psicosocial alienante e inalterable en el que la libertad real
y bien entendida y la máxima que proclamo “vive y deja de morir” desaparecen
así sin más. Dicho de otra forma, dejan de ser alternativa.
Lo que es
yo, me carga, me repudia y molesta que amigos, parejas o familiares, compañeros
y conocidos, te digan externamente lo
que debes hacer –como si tuvieran un manual o más aún, un dossier de permisos o
reglas- en vez de escuchar y poner atención
empática. Esto sucede porque en vez de escuchar y prestar esa concentración
mínima requerida para la buena comunicación, ya mientras comienzas a hablar con
ellos están pensando cómo, dentro de sus formas de ver la vida, sus
experiencias y perspectivas, puedes solucionar lo que te aproblema y esto genera
conflictos internos. Lo correcto, natural, apropiado y sano es mantener
neutralidad, la mente en blanco libre de prejuicios y hacer las recomendaciones
en base a la vida del otro y no de la propia.
Es como si
las personas no entendieran que sus consejos no se aplicarán en la vida de
ellos, si no que en la vida del otro y ese otro tiene una vida tan compleja
como cualquiera.
Imagina que A
le cuenta a B que está aburrido en la pega porque se siente explotado y no
tiene tiempo para nada. A es un tipo muy conservador y tradicional, los cambios
los ve con pavor. Nunca ha viajado ni experimentado. Entonces B le dice que es
fácil: renuncia. B es un emprendedor, viaja seguido y las sorpresas le
fascinan. El consejo de B es válido para una persona como él, pero es un
absoluto sin sentido para A que con el mensaje recibido, sus pensamientos se
contaminan y confunden aún más con pensamientos negativos.
¿A qué voy?
A mi entender B le podría haber recomendado a A que hablara con sus jefes
respetando el protocolo, con honestidad y sencillez. O algo por el estilo. Esto
es muy rebatible y no sé si el ejemplo funciona del todo al poder inventar más
problemas y pensamientos negativos de A. Pero el fondo es que si alguien
necesita de tu consejo, antes de lanzar lo primero que se te ocurra, escucha
bien al otro y trata de comprender su verdadero problema y cómo dentro de sus
propias posibilidades y capacidades el poder resolverlo.